La repudiable historia del «Templo de los Tigres» – INDIGNANTE

Cuando el polémico «Templo del tigre» fue allanado con el escalofriante descubrimiento de los 40 cachorros congelados y las osamentas de osos, resultó un alivio que finalmente fuese cerrado. En diciembre del 2007, mi esposo y yo fuimos ahí creyendo que era un santuario. Un templo budista donde los monjes caminaban entre los tigres y los visitantes podían jugar con los cachorros. Tras un largo viaje en bus desde Bangkok, caminos a través de un campo de pasto alto, arrastrando nuestro equipaje abrumados con el calor del mediodía. En solo minutos, un hombre en moto apareció desde el bosque y nos guió uno a uno, dentro del templo.

En la página del monasterio se informaba que los tigres habían sido «criados con mucha compasión por los monjes«. Según la historia, el templo acogió a su primer cachorro en 1999 después de que cazadores clandestinos mataran a su padre. Pronto más huérfanos llegaron y el «santuario» creció. Al entrar en el templo nos dieron las reglas para aproximarse a los tigres y nos indicaron qué hacer en caso de que alguno de nosotros fuera herido o malogrado. Rápidamente resultó evidente que el lugar era una fuerza, el peor estilo de zoológico de carretera.

templo de tigres

Mi corazón se hundió cuando vi a los tigres encadenados a los árboles. Caminando por nuestra cuenta, vimos las jaulas de concreto inundadas de orín con 4 o 5 tigres apiñados. Algunos tenían los ojos rojizos y cicatrices por todo el cuerpo, parecían aterrados de los humanos, pero no tenían lugar donde esconderse. Entre ellos había unos leones con una imagen igualmente deprimente, al igual que leopardos y osos que también aguantaban una vida de sufrimiento.

Antes de que pudiéramos tomar fotografías, los trabajadores nos juntaron con el resto de los visitantes en la terraza, donde los monjes habían traído a los tigres bebé. Ellos eran pequeños y habían sido alejados de sus madres muy pronto (en su estado natural, ellos permanecen con sus madres hasta los 2 años de edad). Escuchamos los chillidos de los pequeños mientras los pasaban unos a otros como si fueran muñecas de trapo.

templo de tigres maltrato

Ante la llegada del abad, un hombre pequeño y anciano con su cabeza rasurada y rostro severo, señaló que ya era hora de la caminata de los tigres. Tenía un Walkie-Talkie sobresaliendo de sus prendas amarillas. Los monjes paseaban a los tigres con cadenas, animando a todos a tocarlos y tomarse fotografías (por un costo extra) todo escondido bajo el disfraz de la «conservación». Yo me sentía enferma viendo a estos magníficos animales esclavizados mientras mareas de turistas desfilaban a su alrededor. Habiendo pasado mi vida alrededor de los animales, la mayoría de ellos victimas de abandono y abuso, podía darme cuenta de que estos gatos salvajes estaban asustados de los monjes y sus manipuladores.

templo de tigres caminata

Luego los monjes y los tigres desaparecieron. No mucho después, el público fue guiado a través de un cañón hacia el piso de una cantera de gravilla desierta. Todos los tigres, los mismos gatos que solo momentos antes habían estado vivaces y marcando algunos árboles, estaban tirados, delgados y sin vida, encadenados al suelo para que no pudieran levantarse.

Antes de que pudiera entender lo que estaba pasando, estaba siendo disuadida de tomarme una foto con un tigre «¿Ustedes drogaron a estos tigres?» pregunté enfurecida. Comencé a discutir con los monjes frente a un autobús lleno de turistas. Un grupo de Californianos se unieron, gritando «Ellos están evidentemente drogados. Mírenlos, están medio muertos». Los monjes y sus seguidores, con una hostilidad muy mal disimulada, insistían en que los tigres estaban adormecidos por el intenso calor.

templo de tigres alfombra

He sido voluntaria en diferentes santuarios alrededor del mundo, desde cuidar leones, babuinos y otros especímenes salvajes de Namibia hasta murciélagos frugívoros en Australia, y nunca había visto algo como el Templo de los Tigres. Era un auténtico show de horror. Durante mi tiempo ahí, vi a los trabajadores pateando y golpeando a los tigres con palos cuando los animales, evidentemente frustrados, se rehusaban a cooperar y bulliciosos cachorros siendo cacheteados en su rostro y arrastrados por sus colas.

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Los otros animales que marchaban en el lugar, (venados, vacas, caballos, cabras, cerdos y pavos reales) estaban enfermos, delgados o taciturnos. Solamente los búfalos de agua parecían contentos, posiblemente porque los monjes aun no habían encontrado la forma de explotarlos. Me crucé con un ciervo cuya pezuña había sido arrancada y solo le quedaba un muñón sangrante. Se había rendido y estaba desmayado en las escaleras del templo. Yo estaba molesta por ver al animal en tan evidente mal estado y busqué al voluntario canadiense que nos había guiado en la moto para pedirle ayuda: «Nosotros dejamos a los animales ser» me dijo «Los budistas no interferimos con la naturaleza». «¡No!» le grité «Solo los encierran, torturan y drogan»

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En la misma linea que el rollo de la organización, él dijo que los tigres tenían un vínculo espiritual con los monjes y que los cachorros eran traídos al templo para tener desayuno con ellos. Para probar su punto de que los animales eran libres para vivir (y procrear) naturalmente, el voluntario agregó que los campos estaban llenos de cerdos salvajes. «Si ese es el caso, ¿Por qué no hay más cachorros de tigre?» pregunté.

«Los monjes los venden a China» dijo mi esposo, sin estar al tanto de que tan ciertas eran sus palabras.

templo de tigres vendidos

Al irme, desconcertada y molesta, me quedé con «Word Animal Protection» (Antes llamada WSPA), la International Fund for Animal Welfare (IFWA) y PETA, y luego descubrí la inmensa controversia alrededor de ese lugar. A lo largo de los años, ex-trabajadores voluntarios y activistas han presentado quejas sobre los rituales de abuso y humillación de los tigres y sus cachorros. Había maltrato, desaparición de tigres e investigación activas por tráfico ilegal de animales; pero los monjes seguían negándolo todo y su licencia continuaba siendo renovada.

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Durante años, me pregunté por qué un montón de monjes budistas se habían escondido lejos en un bosque lleno de tigres. Ahora no puedo dejar de pensar si los tigres que conocí continúan vivos. Lamentablemente, el templo de los tigres no es el único mal llamado «santuario» en Tailandia ni del sudeste de Asia, donde los animales salvajes son torturados para entretenimiento. Cualquiera que realmente le importen los animales, nunca debería apoyar estas trampas turísticas.

Algunos de los lugares más crueles de Tailandia incluyen el «Tiger Kindom«, el «Safari Word» de Bangkok y el Oasis Sea World de Chantaburi. Evita cualquier lugar donde los animales salvajes participen en actos antinaturales y nunca te montes en un elefante. Ellos generalmente son alejados de sus familias y maltratados para volverlos sumisos.

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Para visitar o ser voluntario en un santuario genuino de Tailandia, chequea algunos de los mejores: Elephant Nature Park, Boon Loots Elephant Santuary y Wildlife Friends Fundation Thailand, que operan de la mano de excelentes refugios.

Britt Collins

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