Los delfines rosa del Amazonas sufren mucho estrés por los turistas que sólo quieren una foto

La naturaleza ofrece lugares maravillosos que resulta difícil creer que existan. Son paisajes encantadores en donde muchos de ellos habitan animales de especies únicas y extraordinarias.

Es el caso de los delfines rosa del Amazonas, ser testigos de su existencia es una experiencia maravillosa que vale la pena vivir. 

Los turistas que desean tener esta vivencia deben adentrase en la jungla sobre una de las embarcaciones que son guiadas por los residentes de las comunidades locales. 

En teoría debería ser un paseo respetando la flora y la fauna de tan hermosa región, sin embargo, es triste ver cómo en la práctica esto no ocurre.

Son muchos los turistas que pierden la compostura y entre empujones, golpes, manotazos luchan por conseguir la fotografía que compruebe su visita en el lugar junto a los delfines rosa. 

Sí fuese sólo una foto para compartir la belleza de estos animales, realmente no tendría nada de malo, pero el comportamiento agresivo y ansioso de las personas para obtener una foto de las vacaciones perfectas con los delfines resulta negativo para estos animales.

Sin lugar a duda este estado de ansiedad y estrés es trasmitido a los delfines y sobrepasan los límites que deben ser respetados para la conservación de su hábitat y el bienestar general de estos maravillosos animales.

Para que los delfines salgan del agua los turistas captan su atención con algo de comida y luego los acosan para tratar de capturar la mejor imagen. Pareciera que lo que menos les importa es si se trata de una reserva ecológica o una especie en extinción.

Es muy lamentable que siendo estos paseos una de las actividades comerciales más lucrativas de las comunidades locales a orillas del Amazonas, no se tomen las medidas necesarias para controlar estas acciones que indudablemente perjudican el bienestar de los animales.

Esta situación es cuestionada por los defensores de los derechos de los animales que condenan cualquier beneficio a costa del sacrificio de los animales.

Existen casos de personas que han sido mordidas por accidente. En una oportunidad un hombre que fue mordido y tomó venganza contra el delfín… le dio un fuerte golpe.

Desafortunadamente, la normativa sólo prohíbe a los turistas que toquen su espiráculo, que es el agujero de sus cabezas por el cual respiran.

La organización International Wildlife Law señala que a pesar de hacer pública esta situación con impactantes imágenes no hay ningún país que prohíba nadar con defines. Las leyes que regulan esta actividad varían de un país a otro y están sujetas a las diferentes interpretaciones legales.

Sin embargo, una comisión de las agencias federales y de los institutos de investigación dieron a conocer algunas normas para esta actividad, entre las cuales se establecía que la responsabilidad de alimentar a los delfines recaía sobre los guías.

Otras de las normas era el límite para la cantidad de comida que se les podía dar. Pero tristemente, poca gente lo cumple.

El poco alcance del marco legal permite abusos que según los estudios confirman han sido responsables en el cambio de comportamiento de los delfines y definitivamente representan un daño para su bienestar y conservación.

Uno de los principales efectos negativos reflejados en estos animales es el estrés de interactuar con grandes grupos de humanos y la dependencia hacia ellos para alimentarse.

Los pescadores consideran a los delfines rosa como una competencia, porque habitan en los llamados várzeas, que son unos humedales llenos de nutrientes y peces. Por error, muchas veces estos animales quedan atrapados en sus redes afectando negativamente los resultados de la pesca.

Fernando Trujillo, un hombre que lleva desde los 19 años dedicando su esfuerzo a la conversación de los delfines en el Amazonas, comentó que estos animales están muy afectados por la contaminación de mercurio en las aguas.

Según una encuesta realizada por la Fundación Omacha, en el año 2007 el 94% de las personas que viajaron al Amazonas afirmaron que su principal motivo para pasear río adentro era ver a los delfines rosa.

Fernando añadió que estos paseos representan 8.3 millones de dólares en un área de 40 kilómetros de río. Definitivamente, es una buena razón para proteger y conservar a los delfines. También se desarrolla con los indígenas las tallas en madera de los delfines como parte de esta actividad comercial.

Son más de 34 millones de personas que viven a orillas del Amazonas y más de 300 familias son beneficiados por la actividad turística. En Colombia, representa una suma de 25 mil dólares anuales por cada delfín vivo.

Eastday

Fernando se percató que desde el inicio la investigación científica y la divulgación social indudablemente deben ir de la mano. La investigación debe dar resultados que no deben ser guardados, sino por el contrario, deben ser comunicados.

No se puede pasar por alto que el equilibrio del ecosistema que comparten delfines rosa y humanos es muy frágil como para dejar en manos de los turistas el poder de hacer lo que ellos quieran para enmarcar la imagen de unas vacaciones perfectas. Ellos se van y todo lo demás se queda.

Si la finalidad es experimentar la profundidad de la jungla, lo ideal es dejar que las cosas sucedan según la naturaleza para que ocurra lo que normalmente sucede.

Comparte esta interesante noticia sobre los extraordinarios delfines rosa del Amazonas, una especie que regala una experiencia de vida única que bien vale la pena.

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