Una cabra bebé rechazada encuentra en un perro «perezoso» su mejor amigo en quien acurrucarse

La lealtad es una de las cualidades más nobles, no cualquiera tiene la dicha de tener un amigo fiel durante las adversidades. Los animales domésticos son el ejemplo perfecto de amor incondicional, lo demuestran sin importar defecto alguno, su compañía es capaz de aliviar cualquier carga física o emocional.

Uno de los casos más conmovedores de amistad en la naturaleza es el que surgió entre una cabra y un perro perdiguero en el santuario Black Goat Farm en Ontario. Arnold, una cría de cabra blanca, nació con las piernas torcidas en una granja de Canadá.

Debido a ese particular defecto nadie quería cuidar de él.

“Había contraído los tendones, por lo que iba a ser difícil que se mantuviera firme por un prolongado periodo, así que nos lo llevamos”, dijo Megan Mostacci, cofundadora del santuario.

Una vez ahí, Arnold comenzó a hacer terapia física para fortalecer sus pequeños tendones y se le colocó una férula especial que cubrían sus delicadas patas.

“Dos veces al día hacíamos estiramientos, procurando mantener sus patas lo más rectas posibles, la férula se le retiraba a la hora del almuerzo y antes de ir a descansar para su comodidad”, dijo Mostacci.

Arnold tenía una larga rehabilitación por delante. De alguna manera, parecía tener la intuición de que pasar por algo tan difícil era mejor cuando se está rodeado de amor y afecto. Fue así como se encariño con Drake, el perro guardián del santuario.

Parte de la base de su relación parecía ser un interés compartido: sentirse cómodos en el sofá por horas. Debido a las patas torcidas de Arnold, esta actividad se adaptó perfectamente a su estilo de vida.

“Drake es un perro perezoso”, explico Mostacci. “Arnold era un alma cansada debido a sus férulas, así que no parecía importarle ser un niño perezoso”, añadió.

Con el tiempo, Arnold comenzó a crecer. Sus piernas mejoraron y su movilidad parecía ser normal, sus músculos se volvieron fuertes hasta dejar de requerir la férula para sostenerse. Drake probablemente notó este cambio.

“Arnie jugaba con Drake, escalaba sobre su lomo y a él no parecía importarle el peso de su amigo”, dijo la mujer.

El pelo de Arnold comenzó a volverse más oscuro y su tamaño demasiado grande como para seguir jugando de esa manera con Drake. Así que empezó a pasar más tiempo jugando en el patio que durmiendo en el sofá.

Pero, a causa de su desarrollo acelerado, se agravó de nuevo el problema de sus tendones, por lo que se le diseño una férula nueva hasta que pudo caminar fácilmente otra vez para pasar tiempo con su peludo amigo.

Esta hermosa historia nos recuerda que las mejores amistades surgen de las situaciones menos inesperadas y que no hay nada que sea más fuerte que el apoyo de un amigo incondicional, sin importar las dificultades que se enfrenten. ¡Compártela!

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