Era un bulto de huesos andante, enmarañado y al borde de la muerte, solo un ángel podía salvarlo

Seguramente en más de una ocasión has visto a un perrito callejero vagando de un lado a otro buscando algo de comer.

Es posible que esto no haya pasado de ahí, una vista rápida que se desvanece a medida que avanzas hacia tu destino, mientras los perritos quedan sumergidos en el dolor y en la constante desesperación de encontrar algo con qué alimentarse.

El perrito era un bulto de huesos que necesitaba un ángel que lo ayudara.

Sin duda, los perritos callejeros tienen una bendición especial al poder aguantar una cruda realidad que muchas veces evitamos. Salvador es uno de esos perritos callejeros que por falta de comida estaba completamente desnutrido y al borde de la muerte.

Estaba tan delgado que se le podían contar las costillas cubiertas por apenas una fina capa de piel con notables lesiones.

Cortaron todo el pelo sucio y enmarañado que tenía.

El pequeño Salvador era un esqueleto andante, estaba muy enfermo y hambriento, todo su cuerpo estaba cubierto de pulgas y garrapatas, solo tenía pelos en algunas zonas de la espalda y cabeza, estaba completamente enmarañado y sucio.

Sin duda alguna, necesitaba un milagro y alguien que al igual que su nombre pudiera salvarlo y evitarle más tragedias.

El perro recibió un fuerte tratamiento con antibióticos y baños tópicos para curar la sarna que padecía.

Por suerte, un hombre con ayuda de otros rescatistas se toparon con el perrito y decidieron hacer lo posible para ayudarlo. Lo primero que hicieron fue darle comida y dejarlo que se alimentara lo suficiente para luego tomarlo con una manta y trasladarlo a un lugar seguro.

Salvador estaba muy frágil, así que era tocado con sumo cuidado para evitar lastimarlo aún más.

Salvador estaba desnutrido y anémico, necesitaba una dieta balanceada

El perrito fue trasladado a un centro de rescate donde recibió toda la atención que necesitaba. Tras realizarle un examen detallado procedieron a bañarlo de la manera más delicada posible.

Debido a su condición, era tratado como si sus huesos fueran de cristal, de lo contrario podría sufrir fracturas.

Salvador apenas estaba comenzando un largo camino de transformación, lo más importante era estabilizar su pulso y cumplir todo el tratamiento para ver grandes resultados.

El milagro de Salvador fue posible gracias a todos sus rescatistas.

Sus rescatistas estaban comprometidos con la salud del indefenso perrito, solo fue cuestión de tiempo, paciencia y mucho amor para empezar a ver los cambios.

El proceso de transformación no fue fácil, pero gracias a sus ángeles Salvador se recuperó sorprendentemente.

En cuestión de días fue ganando peso. Salvador no solo hizo una transformación exterior, también hizo nuevos amigos con los que se sentía completamente seguro y tenía horas de diversión.

Ahora es feliz y el más consentido en su nuevo hogar.

Con los días el perrito se hacía cada vez más fuerte, pronto entendió que ya no debía preocuparse más por la comida.

Ahora contaba con alimento seguro y un techo donde pasar sus días, lo mejor de todo es que fue adoptado por una familia amorosa que está dispuesto hacerlo el perrito más feliz del mundo.

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