Investigadores infiltrados desvelan la crueldad de monos enloquecidos en las granjas de coco

Las denuncias acerca de toda clase de injusticia cometida contra la vida animal parecieran no acabar y cada día surgen nuevas investigaciones que dejan al descubierto el lado más miserable de la especie humana.

En esta ocasión, la reconocida organización Personas por el Trato Ético de los Animales (PETA), sacó a la luz una investigación que evidencia una terrible e inimaginable forma de esclavitud que está cobrando auge en Tailandia.

La especie víctima de esta práctica ilegal son los monos, también conocidos como macacos. Estas criaturas catalogadas como la más parecida a los humanos están siendo utilizadas para realizar trabajo forzado en granjas de plantación de cocos.

Los monos esclavos pasan todo el día encadenados para evitar que se escapen.

Después de que la lucha por los derechos humanos erradicara la esclavitud, al menos de forma parcial, en diversas partes del mundo, mentes maquiavélicas han optado por el entrenamiento forzado de monos con el fin de hacer la labor de cualquier jornalero pero recibiendo el más cruel de los tratos y ¡Por supuesto, sin recibir ningún beneficio!

La investigación encubierta realizada por PETA al sur de Tailandia desenmascaró la existencia de al menos unas 13 plantaciones y escuelas de entrenamiento en el país, en las cuales cientos de monos son blanco de infinitas injusticias.

Un mono en plena faena dentro de una plantación de coco en el país asiático.

Los macacos son arrebatados de sus madres para ingresar a las llamadas escuelas de entrenamiento por un lapso de al menos 3 meses, antes de que comience la pesadilla de la explotación. En estos lugares se someten a las criaturas a ejercicios que los capacitan para saber perfectamente qué hacer dentro de las plantaciones. 

Los monos son sometidos a levantamientos de pesas, prácticas en bicicleta, rutinas de sentadillas y lanzamiento e incluso yoga ¡Pero vamos que no hablamos de ningún campamento deportivo! Estas criaturas no nacieron para ser tratadas como robots y menos para después ser sometidas a trabajo forzado.

Estas imágenes fueron capturadas durante la investigación encubierta.

Tras terminar los meses de entrenamiento, las granjas venden los monos a los hacendados, que los utilizan para cosechar, por un precio que puede variar desde los 950 hasta 3.500 dólares. Desde ese momento la vida de estos animales queda sentenciada a las cadenas y al trabajo forzado bajo un régimen extenuante.

La situación es repugnante, los macacos que demuestran algún tipo de comportamiento agresivo durante la pubertad son sometidos a la extracción de sus caninos para evitar que se revelen contra sus cuidadores. 

Los monos que sean considerados como “débiles” para el trabajo en las granjas son vendidos para fines turísticos pero de igual modo sufren las consecuencias de los malos tratos dados por los humanos y la tristeza de no estar en sus habitas naturales.

“Estos animales, los cuales algunos fueron desarraigados de sus hábitats naturales cuando eran bebés, no pueden jugar ni estar con sus familias. Se les niega la libertad y toda imagen de una vida natural, y los métodos de entrenamiento de la industria son duros y dañinos psicológicamente”, Jason Baker, vicepresidente de Campañas Internacionales de PETA.

Los monos esclavos quedan marcados para el resto de sus vidas.

Siendo seres especialmente sociables, la soledad y encadenamiento los lleva a sufrir de estrés traumático y depresiones. El rango de vida de las criaturas en estas granjas es de sólo 15 años menos de la mitad de lo que podrían vivir en su hábitat natural. 

Esta investigación sirvió para desenmascarar a grandes empresas que se han hecho cómplices de está prácticas y el repudio de la sociedad está haciendo mella en la industria de exportación de coco en Tailandia.

Algunos supermercados británicos como Waitrose, Ocado, Co-op y Boots, entre otros, decidieron retirar de sus estanterías los productos de leche de coco de marcas que importa la materia prima desde Tailandia.

Esta decisión es una forma de frenar la práctica, pues ataca de forma directa el bolsillo de los productores. Por ese motivo te exhortamos a no comprar productos de belleza a base de leche de coco, cremas, yogures…

Los empresarios deben hacerse responsables del horror que han desencadenado, así que PETA continúa en su lucha por lograr la penalización de esta práctica. Para ello necesita el apoyo de todos e inició una campaña para solicitar a marcas como Aroy-D y Chaokoh dejen de apoyar a esta cruel industria. ¡Firma aquí!

No podemos ser cómplices de tal atrocidad, comparte esta noticia y ayúdanos a denunciar para que el mundo rechace por completo y se logre penalizar la esclavitud de los monos. 

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