La emotiva historia de dos perros que tras vivir amargas experiencias recibieron una oportunidad

El momento en el que Lisa Chaperon vio por primera vez a Ohlin, no pudo evitar llorar. Este Staffordshire terrier con tan solo 12 semanas estaba cubierto en sarna, en una fase tan grave que ya había perdido parte de su pelaje. Además, tenía una gran costra en su pequeña cabecita. 

Nadie sabe realmente de dónde vino Ohlin, lo encontraron en una parada de autobuses cerca de Perth (Australia). De inmediato lo llevaron al Staffy and Bully Breed Rescue (SABBR), un grupo de rescate en esa localidad. En ese sitio podría recibir los urgentes cuidados que necesitaba… Pero el chico requería atención continua, por eso acudieron a Lisa. 

Lisa por supuesto accedió a ayudar, ella y su compañero decidieron adoptar a Ohlin durante diez días. Por más que quisieran quedarse con él durante un tiempo más largo, no creían que su perrita Luna lo recibiría con buena actitud. 

Luna también es una Staffordshire que fue salvada de las calles, sea lo que sea que haya ocurrido en su pasado, seguramente fue difícil. Los golpes de la vida la convirtieron en un animal nervioso y ansioso. 

«El día que adoptamos a Luna, no quería ni montarse en el coche. El guardabosques tuvo que levantarla y meterla. Estaba claro que no había socializado con otros perros jamás. No le gustaba que la tocaran ni que la bañaran, tampoco sabía lo que era una cama, no quería acostarse en ella», contó Lisa.

Les tomó un año ganarse la confianza de Luna y poder tocarla. «Estaba insegura al momento de jugar con otros perros, era la típica molestadora que esperaba que los demás reaccionen bien ante sus empujones. Los perros se ofenden y muchas veces Luna reacciona aún peor«, siguió Lisa.

Cuando Ohlin llegó a casa Luna no estaba muy contenta, así que Lisa los mantuvo en espacios separados. Una vez que Ohlin se empezó a sentir algo mejor, les permitían estar en el mismo lugar durante algunos momentos bajo supervisión.

«Ohlin era tan tímido que se quedaba cerca de nosotros», contó Lisa. «Luna corría hasta él y lo empujaba, en ese momento él se escondía bajo el tanque de agua. A pesar de jugar rudo, ella estaba curiosa y él muy inseguro«.Después de que pasaron algunos días, todo cambió entre ellos.

«Luna empezó a lamer las orejas de Ohlin y prestarle atención en vez de pegarle. Les fuimos dejando compartir más tiempo. Poco a poco nuestra gruñona de dos años se convirtió en una mamá preocupada por cuidar a Ohlin como si fuera su hijo«, dijo Lisa. «Nuestra ansiosa Luna al fin encontró la paz con su nuevo amigo» Compartían la cama y se acurrucaban.

Esta nueva paz no duró mucho tiempo, porque a Ohlin le diagnosticaron parvovirus, una enfermedad mortal para los perros que les destruye los intestinos.

Tuvo que quedarse en el hospital durante unos días, cuando lo fueron a visitar intentaba forzosamente levantar la cabeza para reconocer a su familia.

«Allí nos mantuvimos, muy de cerca, dándole amor y haciéndole saber que no estaba solo«.

«Luna extrañaba a su hermano. Estaba perdida sin él, lo buscaba, estaba inquieta, actuaba diferente con nosotros… Como culpándonos de su partida» Cuando a Ohlin le permitieron regresar a casa, la chica estaba más allá de la felicidad.

«Cuando entró a la casa y ella lo vio, se notó su alivio. Ahora sabemos que Ohlin pertenece a este hogar. Estaba tan pequeño, débil y delgado… Pero estaba vivo y necesitaba más que nunca de nuestra ayuda. Con amor y cuidado afortunadamente pudo recuperarse. Lisa opina que Luna es en gran parte responsable de esa recuperación.

«El amor maternal de Luna aportó algo que seguramente Ohlin nunca había tenido en la vida. Asimismo, él le dio una oportunidad de sanar y de experimentar lo que significa cuidar a un ser». Ahora son inseparables, una de sus actividades favoritas es jugar y hacer travesuras.

Este dúo dinámico se ha convertido en un trío desde que Lisa y su compañero adoptaron a otro cachorro rescatado, su nombre es Suki. «Nuevamente nos sorprende la forma en que Luna se adaptó a otro perro.»

Es maravillosa la forma en la que el cariño y la compañía de otros seres bondadosos ha curado a estos chicos, que tanto sufrimiento tuvieron en su pasado. ¡Que la familia siga creciendo!

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