Reclusos construyen en clases de carpintería una casita para un perrito adoptado por la Policía

Adoptar a un perrito implica compromiso pero también genera grandes satisfacciones. Esto lo han comprendido muy bien los oficiales de la Guardia Municipal de Viana en Espíritu Santo (Brasil), quienes no se arrepienten de haberle dado una oportunidad a un perrito que se convirtió en el alma de la comisaría.

Se trata de un mestizo al cual bautizaron como Satú.

El animalito es el consentido de todos pero no solo los oficiales están contentos con su presencia en el lugar, sino que hace unas semanas recibió un gran regalo.

Un grupo de reclusos de la Penitenciaría Estatal Vila Velha III (PEVV III), hicieron una casita de madera para él.

Estos hombres toman clases de carpintería y como parte de los proyectos decidieron construir una casita cómoda para Satu.

El nuevo agente de la ley, Satu, parece haber quedado muy complacido con el regalo, pues el mismo día decidió estrenarlo. La creación de los reclusos quedó perfecta y ellos se ocuparon desde el diseño hasta cada detalle de la ejecución.

En la elaboración participaron 12 internos.

Durante estos talleres los presidiarios suelen realizar sillas, mesas, gabinetes y otros objetos. Pero debido al cariño que le han tomado al peludo quisieron homenajearlo. Tanto reclusos como policías quieren mucho a Satu.

«Es un gran compañero y se ganó el corazón de todos. Solo podemos agradecerles el hermoso trabajo y detalle por la casita», dijo el policía Glauber Couto Castro de Siqueira.

Los talleres de carpintería forman parte de un proyecto social en el cual se capacita a los internos a través del aprendizaje de diferentes oficios. De este modo no solo se le dan herramientas al recluso para su futura inserción en la sociedad. 

Además de eso, los reclusos que son aceptados en estos talleres pueden redimir un día de su pena por cada tres días trabajados. 

Satu está feliz de que exista este taller.

El subdirector de la unidad penitenciaria del Jornal O Ribanense, Dioclécio dos Reis explicó a detalle cómo surgió la iniciativa de esta casita de perro.

“Además de practicar un oficio, siempre tratamos de atender demandas relacionadas con proyectos sociales o donaciones que despierten un sentimiento de solidaridad en los internos. En este caso, el perro adoptado por la Policía puede tener un lugar para ayudar con el cuidado y resguardo del frío”, dijo Dioclécio dos Reis. 

Este es un proyecto ganar-ganar pues tanto los reclusos como el querido Satu se han visto beneficiados. Ahora el consentido perrito de la comisaría tiene no solo su uniforme y placa, sino una cómoda casa privada para descansar.

No todos los perritos corren con la suerte de ser rescatados pero Satu logró hallar un hogar y una gran familia. Comparte esta historia e incentiva a otras comisarías a multiplicar la iniciativa.

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