Rescata un becerrito huérfano, lo cría con sus perros y ahora se cree uno más de la manada

Cuando pensamos en tener una mascota, no es raro que lo primero que se venga a nuestra mente sea un perrito, un gatito, un conejo, o incluso un periquito. Pero lo que nadie imagina es que nada menos que una vaca se convierta en la consentida de una familia, y peor aún que esté convencida de que en realidad es un perro.

Es la tierna historia del más dulce becerro, que se está robando miles de corazones, en Broome, una ciudad costera de Australia.

Peanut es un becerro brahmán rescatado que vive con su dueño y otros 6 hermanitos perritos

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Al ser Broome una ciudad tan turística, es habitual ver a personas caminando en la playa junto a sus mascotas, la mayoría perritos.

Es por eso que es inevitable que Edward Foy, el dueño de Peanut, sea detenido por todos al verlo disfrutar tan campante del mar y la naturaleza, como si se tratara de un perrito más.

La pequeña cría de vaca no puede pasar desapercibida en medio de la arena blanca. Menos aún lo hace en el agua cristalina, donde se baña con su amo y sus perros. Definitivamente, jura que es un can como cualquier otro.

Con apenas 2 meses, vive en un suburbio pequeño en las cercanías de Broome, lugar donde comparte junto a cerdos, gallinas, pavos reales, seis perros y por supuesto, su amado dueño.

Sin embargo, para él la vida no ha sido nada fácil. Fue hallado al costado de la carretera después de que su madre muriera atropellada.

«Acaba de nacer en ese momento y él estaba oliendo los restos de su madre, todavía tenía el cordón umbilical pegado a ella”, relató Foy.

Afortunadamente, logró sobrevivir y hoy disfruta de su nueva vida como un miembro más de la familia de Foy. El joven no ha dudado en hacer grandes sacrificios para que crezca sano y feliz, al punto que se ha visto obligado a satisfacer su hambre voraz, ya que bebe hasta 19 litros de una “fórmula especial para terneros”, por la que paga 250 euros al mes.

El dueño de Peanut asegura que no es para nada una vaca normal, situación que se podría deber a la crianza que le ha dado desde que ingresó a la familia.

“Nunca ha visto otra vaca antes, así que en lo que a él respecta, es un perro y ha adquirido la misma personalidad que un perro, normalmente lo acompaño a la playa y él me seguirá todo el camino mientras voy a pescar”.

Sobre el futuro de Peanut, Foy dice no sentirse preocupado, sobre todo por sus cuernos, ya que se sentiría culpable si se los quitara. Al respecto, confiesa ya tener la solución: “Cogeré dos fideos de piscina y me los pondré. Entonces, cuando te golpee, se sentirá como goma blanda”.

Mira en este vídeo cómo es la vida del dulce Peanut, ¿quién podría convencerlo de que no es un perro?:

No te vayas sin compartir el hermoso destino de este becerro que cambió tan radicalmente gracias a este joven que le ofreció tanto amor.

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