Un niño autista con fobia a los perros se atreve a tocar uno en la playa alarmando a su madre

Misha Brandt es un niño de 15 años con autismo, desde pequeño sintió la necesidad de alejarse de los perros, por alguna razón, estas hermosas mascotas le daban miedo, por lo que Misha, a diferencia de muchas otras personas con una condición especial, no podía disfrutar de la maravillosa compañía de un perro de servicio.

Para algunas personas disfrutar de un perro de servicio está fuera de su alcance.

Angela Brandt quien es la madre del niño y vicepresidenta de la Coalición de Autismo de Ontario, comentó al respecto:

“Desarrolló miedos irracionales, no infrecuentes en los niños con autismo. La mayoría de los miedos irracionales de mi hijo disminuyeron con el tiempo, pero su miedo a los perros se convirtió en una fobia”.

El miedo de Misha se ha transformado poco a poco con el paso del tiempo, su madre destaca que aunque le tiene miedo a los perritos, no le desagradan por completo, ahora le gusta verlos jugar y dejan que se les acerquen, incluso les pregunta su nombre.

Sin embargo, Misha nunca había interactuando de manera directa con algún peludito, algo que cambió recientemente mientras estaba con su madre un día de playa. Junto a ellos se encontraba una amiga de la familia y su perro de servicio jubilado, Basil.

Por primera vez, Misha se animó a acariciar a un peludito.

Si bien Misha nunca antes había tocado ni mucho menos jugado con un perrito, ese día sorprendentemente hubo un gran avance.

El niño se sintió lo suficientemente cómodo para acariciar al perrito. La madre comenta:

Ese fue un gran paso para él. Cuando vi a Misha divirtiéndose, mi corazón se alegró”.

Increíblemente el miedo de Misha hacia los perritos fue desapareciendo y permitió que Basil fuera ese compañero de juego que su madre durante mucho tiempo estuvo esperando.

Angela nunca antes había visto a su hijo hacer algo igual, por primera vez en la vida en lugar de ver al perrito jugar, él fue parte de la diversión. Misha ahora ve al dulce Basil como lo que realmente es: su incondicional amigo.

Basil se ha convertido en un personaje importante en la vida de Misha.

Hasta hace poco, la madre pensaba que la alegría que causaba interactuar con un perrito estaba fuera del alcance de su hijo, pero ahora no solo lo ve como algo posible sino muy real.

“Espero que Basil ayude a Misha a desarrollar un vínculo con un perro propio algún día. Me encantaría que tuviera un compañero que lo quisiera incondicionalmente. Soy mucho más optimista que hace unos meses. Es un sentimiento de satisfacción saber que sabrá el amor que puede brindar un animal”.

Un perrito de servicio puede cambiarle por completo la vida a muchas personas. Confiamos que pronto Misha podrá disfrutar de manera permanente del amor y la confianza que ofrece un amigo peludo.

Esta historia nos confirma el valor de la presencia de los perros en la vida de quienes tienen una condición especial. La conexión entre Basil y Misha fue tan extraordinaria que venció su fobia. Compártela.

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