Este hombre recurre al más tierno invento para lograr que su gatito no se sienta solo

¿Qué es más tierno que un gato? Pocas cosas, realmente. Pero imagina esto: un hombre adulto usando un cono isabelino para que su gato no se sienta solo.

¿Cómo te sientes en estos momentos? Es algo tan tierno como para soportarlo, ¿verdad? Aunque pareciera demasiado para ser real, es un hecho y pasó.

Rengar es un gatito de seis meses de edad; él y su dueño han sido los mejores amigos desde que se conocieron al momento de su adopción.

Los dos se mantienen unidos a toda hora. Duermen y toman siestas juntos… Incluso se hacen compañía al jugar videojuegos.

Cuando Rengar llegó a ser lo suficientemente mayor, pasó por el proceso de la castración. Luego de éste tipo de procedimiento, a los animales –generalmente gatos y perros- se les rodea el cuello con lo que es conocido como «Collar Isabelino» o «Collar de la Vergüenza», para evitar que se hagan daño y abran la herida al lamerse.

Rengar, como se puede sospechar, no estaba muy contento con el accesorio; por lo que intentó quitárselo. Luego de muchos intentos fallidos, se dio por vencido y quedó en un humor bastante depresivo.

Su dueño, claro está, trató de hacerlo sentir mejor acurrucándolo y pasando aún más tiempo junto a su compañero felino. Realmente esto no hizo mucho por el ánimo de Rengar.

Así que, ¿qué deberías hacer si tu mejor amigo se encuentra de mal humor? Dar todo de ti, por supuesto.

Ni corto ni perezoso, llegó la hora de las manualidades. El «papá» de Rengar tomó varias hojas de papel, y las unió con grapas. El resultado, un collar Isabelino extra grande.

Al principio, Rengar se encontró extrañado por la apariencia de su humano; pero luego de un rato, milagrosamente, el gatito dejó de quejarse de su cono.  Ahora que ambos se encontraban incómodos, no había motivos para protestar.

Así fue como gato y humano establecieron un lazo más fuerte del que ninguno de ellos pudo haberse imaginado, y Rengar pudo superar el engorro del cono de la mejor manera.

The Dodo

«Rengar estaba confundido al principio, luego, cuando se dio cuenta de que su padre también llevaba el cono de la vergüenza, se sintió más cómodo», dijo la madre de Rengar, Sarah Proctor.

Siempre se dice que el perro es el mejor amigo del hombre, pero no creo que ni Rengar ni su dueño estarían de acuerdo con esa afirmación.

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