El mundo llora la muerte de Tim, uno de los últimos elefantes de colmillos gigantes

Como si de un personaje ilustre se tratase, con hondo pesar algunos medios de comunicación han difundido la muerte de Tim, uno de los elefantes más emblemáticos y queridos de Kenia.

Se trata de un elefante perteneciente a una raza poco común denominada “Tusker”, de los cuales el tamaño de sus colmillos supera los 45,45 kilogramos por pieza.

El gigante de 50 años y enormes colmillos que deambulaba por el sur del Parque Nacional Amboseli de Kenia, falleció por causas naturales y fue encontrado al pie del nevado Kilimanjaro, según informaron especialistas del Servicio de Vida Silvestre de Kenia (KWS).

Asimismo, la entidad estatal emitió un comunicado en el que anunció que el mamífero será sometido a un proceso de taxidermia y preservado en uno de los museos nacionales del país africano.

“El icónico elefante era conocido por ser uno de los últimos ejemplares del tipo ‘tusker’, con colmillos que casi rozaban el suelo. Tim era modesto y relajado. Un benevolente conservador de la paz en Amboseli de lento caminar”, señaló el comunicado.

Por su parte, Paul Udoto, director del KWS, afirmó que Tim era colosal y sumamente inteligente y pacífico, por lo que todo aquel que lo visitaba, de inmediato quedaba rendido ante tan gigantesca encarnación de paz y de modestia en un animal.

El cuadrúpedo también había logrado sobrevivir en el pasado a cazadores furtivos y granjeros problemáticos al acecho de su codiciado marfil.

“Tim era un animal sin pretensiones, pacífico. Le encantaban los campos cultivados ya que era un ser gentil, tranquilo e inteligente. Su tamaño era impresionante y parecía saberlo. Hace unos años fue golpeado en la cabeza por una gran roca y fue perforado en un oído con una lanza que había quedado clavada en un hombro”, afirmó Udoto.

Únicamente quedan seis elefantes de esas características en la misma área de Kenia, y los defensores del medio ambiente estiman que solo unas pocas docenas de elefantes cuyos colmillos llegan al suelo aún viven en toda África.

Aprovechamos el marco de nuestra historia para aclarar que la caza furtiva, lejos de desaparecer, está muy presente en cada uno de los parques naturales que se encuentran en el continente africano.

Elefantes, rinocerontes, felinos y otras especies menos majestuosas son piezas codiciadas por las mafias, generalmente asiáticas, que buscan su lucro a través del comercio clandestino de los cuernos de los animales, sus colmillos o de sus pieles.

El principal “botín” de estos grupos al margen de la ley son los elefantes con la mayor cantidad de marfil posible, y cada año, unos 30.000 elefantes son víctimas de este flagelo.

No obstante, Kenia ha demostrado en más de una ocasión su rechazo a los cazadores furtivos realizando quemas de toneladas de marfil incautadas, así como armas de fuego y provisiones.

Pero, el majestuoso animal murió a sus 50 años de causas naturales, lo que resulta al fin y al cabo una victoria de los cuidadores contra la caza furtiva, ya que, lo normal es que aparezcan con heridas de bala, inmovilizados en trampas humanas o con flechas venenosas incrustadas en sus cuerpos.

Sus restos fueron trasladados al Museo Nacional de Nairobi, para ser exhibidos en el futuro con fines educativos.

Los últimos elefantes del planeta, van camino del mismo triste destino que los mamuts lanudos, los mastodontes americanos y los elefantes europeos: la extinción por un ritmo de caza insostenible. Triste historia la de nuestra especie, incapaz de aprender de sus errores. ¡Comparte esta historia en tus redes!

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