Usa yeso desde que nació y nadie la quiere adoptar, pero se queda con la mejor madre humana

Etta es una adorable perrita que logró vencer todo pronóstico de vida e incluso dejó atrás la sentencia de la eutanasia.

Desde que nació ha tenido que luchar por sobrevivir, ella nació siendo la más pequeña de su camada y desarrolló algunos problemas de salud debido a su baja inmunidad.

Esta adorable perrita tuvo que usar yesos diminutos en sus pequeñas patas y algunas partes ennegrecidas de su cola.

Etta chillaba de dolor y sus criadores no tenían idea de la causa de su necrosis, fue entonces cuando contactaron a Kathryn Hartwig, una técnica veterinaria.

Etta estaba al borde de la muerte, pero Kathryn trabajó duro para ayudarla y que sobreviviera.

Cuando Kathryn la recibió estaba tan decaída que ni siquiera estaba amamantando, de inmediato la llevaron a la sala de emergencias del veterinario donde los médicos afirmaron que tenía muy poca posibilidad de pasar la noche. El médico le dio a Kathryn la opción de sacrificarla.

Sin embargo, Kathryn se negó y tomó algunas medidas por sí misma para darle la oportunidad de sobrevivir.

“No quería decepcionarla. Fue o arriesgar todo y darle la mejor oportunidad que tenía o sacrificarla», dijo Kathryn

Kathryn le dio todo lo que pudo a la pequeña Etta para motivarla a seguir viviendo.

La alimentaba con un biberón todos los días hasta que tuviera la edad suficiente para comer por sí misma, y por fin llegó ese día, Kathryn se sorprendió cuando encontró a Etta de pie y comenzando a comer sola.

Etta se fue haciendo más fuerte a medida que pasaban los días.

Al principio no podía pararse por sí sola, daba vueltas entre tropezones hasta que lograba levantarse, pero nunca se dio por vencida, cada mañana intentaba caminar lo más lejos que podía sin caerse.

La pequeña Etta era una luchadora incansable. Cada paso vacilante que Etta daba, Kathryn siempre estaba ahí para ayudarla a levantarse e impulsarla a dar un paso más.

Después de mucha práctica, Etta aprendió a caminar correctamente con sus vendas. Después fue enviada a un hogar de acogida médico durante un par de meses hasta que alguien la adoptara.

Desafortunadamente, nadie estaba interesado en un gran danés manchado con yesos en sus patas traseras.

Regresó a casa de Kathryn y tampoco apareció una familia apropiada para ella, y después de un tiempo Kathryn se dio cuenta de que ya no era necesario una nueva familia.

“Esperamos y esperamos. Y durante ese tiempo, se volvió tan apegada a mí”, dijo Kathryn.

Con la perseverancia de Etta, sus fuerzas y sus ganas increíbles de vivir y el amor acompañado de la determinación de Kathryn, esta pequeña perrita se convirtió en una gran y atrevida Gran Ddanés.

Etta finalmente está viviendo en una casa que se merece y con la mejor madre humana que ha podido tener y lo celebramos compartiendo su historia de amor.

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